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miércoles, 28 de abril de 2010

El curioso incidente del perro a medianoche




El curioso incidente del perro a medianoche

Mark Haddon

Ediciones Salamandra

ISBN: 84-7888-910-8

Número de páginas: 272

Todos nosotros conocemos a colegas y quizás más fácil es que hayan sido profesores nuestros (tal vez algunos de nuestros conocidos piensan eso de nosotros) bien dotados para las matemáticas, pero no tanto para los demás aspectos de la vida, en los que pueden llegar a ser auténticos desastres cuando no nulidades perfectas. Personas con una perplejidad total en cuanto se les saca de la perfecta armazón de las matemáticas, en la que vislumbran cosas que no vemos el común de los mortales. De tal manera que esos estereotipos del matemático despistado (que tan bien retrata Polya en su Cómo plantear y resolver problemas) para buena parte de los que se tropiezan con ellos fuera del terreno profesional son algo así como un ACNEE (por utilizar el término políticamente correcto).

Pues un personaje así, pero adolescente y catalogado y encuadrado en la categoría de los auténticos acnees es el tierno imaginario protagonista y narrador del libro que nos ocupa, que además es un apasionado cultivador de las matemáticas, territorio en el que es brillante y no se siente agredido, al contrario de lo que le sucede en el resto de los aspectos de la vida:
El señor Jeavons decía que a mí me gustaban las matemáticas porque son seguras. Decía que me gustaban la matemáticas porque consisten en resolver problemas, y esos problemas son difíciles e interesantes, pero siempre hay una respuesta sencilla al final. Y lo que quería decir era que las matemáticas no son como la vida, porque al final en la vida no hay respuestas sencillas.
Pero no todas las matemáticas son así, incluso hay partes que son como metáforas de la realidad:
Los números primos son lo que queda después de eliminar todas las pautas. Yo creo que los números primos son como la vida. Son muy lógicos pero no hay manera de averiguar cómo funcionan, ni siquiera aunque pasaras todo el tiempo pensando en ellos.
El protagonista podría ser el perfecto alumno, capaz de saber los más abstrusos e inútiles conocimientos académicos, pero no es capaz de relacionarse de forma normal con quienes le rodean. Aunque desde su punto de vista siempre por razones claras y nítidas. Y ahí reside otro de los atractivos de la novela: la visión de la “anormalidad” no se hace desde fuera, desde los ciudadanos normales que se encargan de ellos (los padres o familiares próximos, a quienes habitualmente conocemos y que tanta pena nos dan), sino desde el punto de vista también muy parecido del diferente. Lo que nos hace conocer y entender mejor que ellos también sufren, porque se trasgreden sus reglas, incluso cuando se dice que se respetan por los adultos, por los que creen e intentan quererles bien.

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